El ciclo de Perséfone
Perséfone, también conocida como Proserpina o Core (doncella), fue hija de Deméter, la diosa madre de la fertilidad y la agricultura, y Zeus. Según el Himno homérico a Deméter, Perséfone fue vista por Hades, dios de los infiernos, mientras jugaba con las hijas de Océano. La raptó y la llevó consigo al inframundo, donde la hizo su esposa y, como tal, reina del averno (Déspoina).
Sin saber el destino de su hija, Deméter la busca sin descanso. Va de un lugar a otro desconsolada. Llega a Eleusis disfrazada como anciana, donde el rey Céleo la acoge como nodriza del príncipe Demofonte, a quien la diosa decide hacer inmortal. Lo prepara con ambrosía y lo mete al fuego cada noche, para limpiarlo de su finitud. Es descubierta y la transformación se interrumpe. Revelándose, Deméter ordena la construcción de un santuario.
Continúa la búsqueda, hasta que Helio, el Sol que todo lo ve, revela los hechos, que además son del conocimiento de Zeus. Deméter, abatida, decide entonces alejarse de mortales e inmortales, lo que ocasiona que no crezca ningún cultivo. Amenazados por el hambre y la muerte, tanto dioses como hombres imploran una solución.
Zeus envía mensajeros a Deméter para convencerla de llegar a un acuerdo, pero ella se niega mientras no vea otra vez a su hija. El hábil Hermes logra traer de vuelta a Perséfone, pero Hades, antes de dejarle partir, le hace comer un fruto estigio, que la ligará para siempre a las tinieblas: podrá estar con su madre dos tercios del año, pero el tercio restante deberá regresar con él a los infiernos.
Como es evidente, el mito es una alegoría de la vida y de la muerte, ligada a los ciclos agrarios. Todo nace en la primavera, pero muere en el invierno, sólo para volver a crecer nuevamente. La relación con el destino del ser humano está implícita. La muerte no es el fin, sino acaso el principio de una vida renovada. Hay algo después, el alma es inmortal. Perséfone se hunde en el abismo sólo para surgir otra vez, lozana y plena. La semilla que duerme sepultada volverá a brotar y florecer.
Los misterios
Deméter y Perséfone presidían las fiestas Tesmoforias, dedicadas exclusivamente a las mujeres. En Atenas, una procesión ascendía a la Acrópolis el primer día de la fiesta; en el segundo, se guardaba el ayuno, como símbolo del rapto de Perséfone y la tristeza de su madre; en el tercero, por fin, venía la fase del consumo, con grandes loas a Deméter Kalligénia (la bellamente nacida). Se les llamaba Tesmoforias a estas festividades por las thesmoi, las ofrendas dejadas bajo tierra un año, para que se pudrieran. Como culminación de la celebración, eran recogidas y mezcladas con la semilla, para invocar la fertilidad.
Aún más importantes que las Tesmoforias, en Atenas, eran los misterios eleusinos. Podía participar cualquier, sin distinción de género o de estatus. En lugar de tres, la fiesta duraba nueve días, que comenzaban con una procesión solemne desde el Eleusinion de Atenas hasta el poblado de Eleusis, a través de un camino sagrado de más de veinte kilómetros. En el santuario, llamado Telesterion, los peregrinos arribaban a una sala de columnas, donde podían iniciarse en los misterios. En unas grutas secretas, se celebraba el regreso de Perséfone. Sólo los iniciados podían presenciar el culto, con estricto voto de silencio.
Como otras religiones mistéricas, la de Deméter y Perséfone funcionó como alternativa al culto oficial y público, con fines más bien políticos y de cohesión social en el marco de la ciudad y la comunidad panhelénica. Los misterios, más interiores, prometían no tanto la felicidad en vida, sino un mejor destino luego de la muerte. Mientras la religión oficial era obligatoria y hablaba de una existencia en el inframundo como una mera sombra, los misterios, elegidos, ofrecían una esperanza de existencia personal.
Los misterios de Eleusis habrían tenido tres partes: 1) dromena (lo que se hacía), una posible representación ritual del mito de Deméter y el rapto de Perséfone por Hades, así como su retorno; 2) legomena (lo que se decía), una serie de fórmulas, invocaciones e imploraciones secretas y 3) deiknymena (lo que se mostraba), objetos sagrados que portaba el hierofante o sacerdote.
Como otros ritos agrícolas, los relacionados con Perséfone tuvieron como intención original y persistente consagrar los cultivos a los dioses para favorecer el crecimiento de las semillas y evitar así la hambruna. Con el tiempo, adquirieron importancia como vehículos hacia una existencia favorable en otra vida, a través de la iniciación, la purificación y la participación colectiva en los ritos de culto. Algo no muy distinto, hay que decirlo, de muchas otras formas religiosas, como las que predominan actualmente.
Bibliografía
Burkert, W. (1987). Ancient mystery cults. MA: Harvard University Press
Harrauer, C. y Hunger, H. (2008). Diccionario de mitología griega y romana. Edición española de Francisco Fernández y Antoni Martínez. Traducción de José Molina. Barcelona: Herder
Kerényi, K. (2011). Eleusis: Imagen arquetípica de la madre y la hija. (Trad. M. I. Tamayo). Madrid: Ediciones Siruela