El enigma de Aspasia

Aspasia fue un personaje importante de la Atenas del Siglo de Oro (V a. C). Nació alrededor del 470 y murió en el 400 a. C. Era originaria de Mileto, una ciudad floreciente de la costa de la actual Turquía, en lo que se conocía como Jonia. Según la tradición, su ciudad natal habría sido fundada por colonos atenienses, en una época semilegendaria. Los milesios se rebelaron contra el dominio persa, lo que les costó que Mileto fuera arrasada en el 494. Para defenderse, varias ciudades fundaron la Liga de Delos, en el 478. Es el contexto inmediatamente anterior a su nacimiento.

En el 461, el líder democrático Efialtes fue asesinado en Atenas. Pericles, su discípulo, tomó su lugar y se convirtió en el hombre fuerte de la ciudad, ocupando el cargo de estratego (general) en múltiples ocasiones. Bajo su liderazgo, en el 454 el tesoro y el tributo de la Liga de Delos fueron trasladados a Atenas y las ciudades aliadas comenzaron a ser tratadas más bien como súbditas. Aspasia llegó a la metrópoli en el 450, cuando tenía unos veinte años. Y Pericles, cuarenta y cinco.

El líder del partido democrático se separó de su primera esposa en el 445. Y aproximadamente en esa fecha comenzó una relación amorosa con Aspasia. Como ella era extranjera (meteca), nunca pudieron contraer matrimonio. Tuvieron un hijo, Pericles el Joven, que no fue considerado legítimo sino hasta mucho después, en una maniobra política de su padre.

La imagen negativa

Como parte de la élite política de Atenas, al ser pareja del máximo líder de los demócratas, Aspasia fue objeto de ataques, por ser extranjera y vivir con Pericles sin estar casada con él. El bando oligárquico la consideró una hetaira o prostituta de alto nivel, una cortesana con dotes intelectuales. No era, según esta imagen, una porne, o prostituta común, sino una que, además de los servicios sexuales, podía entablar una conversación con sus compañeros o clientes.

El comediógrafo Cratino la califica como “concubina de mirada de perra”. Éupolis la califica directamente de “puta”. Igual hace Aristófanes, quien además la considera proxeneta o dueña de un burdel en “Los Acarnienses”. Este mismo poeta se burla de Pericles, a quien considera un peón o un “mandilón”, a las órdenes de Aspasia. La calificaron de “Ónfale”, por la reina que esclavizó a Heracles, o “Deyanira”, la mujer que lo mató. Pericles sería un títere, dominado por el sexo y la pasión hacia la meteca.

El origen de estas críticas está, en parte, en la expedición que Pericles ordenó contra Samos, en la isla homónima, que estaba gobernada por oligarcas y había atacado y derrotado a Mileto. En el 441-440, Atenas intervino. El pretexto fue poner orden en el que ya era un imperio ateniense. Pericles mismo dirigió la flota, sitió durante nueve meses la ciudad de Samos, la tomó, derrocó a los oligarcas e impuso un gobierno democrático.

Los oligarcas atenienses no podían sino ver con odio estas acciones de Pericles. Y atizaron así sus invectivas contra su pareja. ¿No podían decir que toda esa acción bélica, esa guerra contra Samos, la había hecho Pericles para complacer a Aspasia, la milesia, cuya ciudad era justamente la tercera en discordia?

Aspasia, la maestra

Otros autores, como Platón, dan una imagen distinta. El Sócrates del diálogo “Menéxeno” nombra a Aspasia como su maestra de retórica, antes de declamar un discurso fúnebre atribuido a ella, en el que se expresan ideales democráticos. No sin cierta ironía, Sócrates la cita alabando el nacionalismo ateniense, que, incluso en época de Pericles, seguía siendo hostil a los extranjeros.

Plutarco, que da pábulo a la imagen de Aspasia como hetaira, reconoce, por otro lado, que era reconocida como una “sabia y experta en política” y atestigua que fue acusada de impiedad en la misma época en la que el filósofo Anaxágoras, también extranjero y del círculo intelectual de Atenas, era obligado al exilio.

Hay testimonios de que Esquines, discípulo de Sócrates, compuso un diálogo titulado “Aspasia”, que no se conserva. Los fragmentos indirectos, sin embargo, nos dicen que en ese texto Esquines le atribuye haber sido no sólo pareja sino también maestra de Pericles en política y que había formado al estadista Lisicles y lo había convertido en un excelente orador. Cicerón, refiriendo igualmente el texto de Esquines, la relaciona con el método inductivo que hizo famoso a Sócrates, como podemos leer en Aristóteles.

Jenofonte, en sus “Recuerdos de Sócrates”, la menciona como una especie de maestra de temas matrimoniales y hogareños, que definía lo que era una “buena esposa” y cómo debe administrarse la casa.

Aspasia, la sofista

Si era maestra de retórica y, si es nombrada por el Sócrates platónico, además de que uno de sus discursos es reproducido y elogiado, comienza a revelársenos una imagen de Aspasia como una de los sofistas, los profesores de retórica, los maestros de la ilustración ateniense, muchos de ellos extranjeros y algunos, como Protágoras, quizá el más famoso, cercanos también a Pericles y al bando demócrata.

Platón, que era crítico tanto de la democracia como de la sofística (que consideraba como contraria a la filosofía), era lo suficientemente elevado de miras como para mostrar respeto por Protágoras, como es evidente en el diálogo que le dedicó. En el “Menéxeno” ese respeto se nota también hacia ella.

Quizá la milesia no tenía un burdel sino una escuela de retórica. Y quizá también aceptaba mujeres. Más que una hetaira, quizá fue una intelectual de convicciones democráticas, que influyó en el propio Pericles, formó al mismísimo Sócrates y provocó la ira de los oligarcas.

Como es imposible llegar a conclusiones contundentes por la escasez de las fuentes, el enigma de Aspasia sigue ahí, como muestra del olvido de las mujeres filósofas.

Bibliografía

Gardella Hueso, Mariana (2022). Las griegas: poetas, oradoras y filósofas. Buenos Aires: Ediciones Galerna

Solana Dueso, José (2021). Aspasia de Mileto. Testimonios y discursos. Barcelona: Anthropos

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