La eliminación de lo no idéntico

Para los autores de “Dialéctica de la Ilustración”, Max Horkheimer y Theodor Adorno, en la Modernidad hay una tendencia a uniformar, a eliminar lo no idéntico, esto es, la diferencia, y a buscar conformar identidades hegemónicas. La "identidad" sería una forma extrema de represión y sería lo opuesto a la dialéctica, que incluye lo idéntico y lo no idéntico.

La "eliminación de lo no idéntico" puede buscarse no sólo desde inicios de la Modernidad sino casi desde los inicios de la humanidad. El mago, por ejemplo, en alguna etapa de su actividad, no es idéntico a sí mismo, usa máscaras en sus ritos, sólo poco a poco, en un proceso que culminará en la época moderna, el sujeto, como sí mismo, se hace idéntico, uniforme, sin rupturas, uno puede pensar en el sujeto racional cartesiano o en el kantiano.

Pero también de parte del objeto existe esa construcción de su identidad homogénea. Si el mago dirigía sus ritos a distintas potencias con el fin de influir en ellas, poco a poco la naturaleza se conformó como algo también único, mero material para aplicar la técnica y lograr su dominio y explotación. Esos procesos de identidad empobrecen tanto al sujeto como al objeto:

Es la identidad del espíritu y su correlato, la unidad de la naturaleza, ante la que sucumbe la multitud de las cualidades. La naturaleza así descalificada se convierte en material caótico de pura división y el sí mismo omnipotente en mero tener, en identidad abstracta (p. 65).

Ante eso, los autores hacen una crítica que muchas veces se remite al pasado, a la época en la que esa "filosofía de la identidad" (por llamarla de una forma) todavía no era tan extendida. Volviendo a la magia, en la que la noción de "mana" expresaba la fuerza natural, Adorno y Horkheimer describen cómo, para los ritos, una cosa, como un árbol, es símbolo de otra cosa, el "mana". Su identidad entonces como árbol es ser a la vez otra cosa, ser lo que no es. En esto, ellos ven un antecedente del concepto dialéctico:

Si el árbol no es considerado ya sólo como árbol, sino como testimonio de otra cosa, como sede del mana, el lenguaje expresa la contradicción de que una cosa sea ella misma y a la vez otra distinta de lo que es, idéntica y no idéntica. (...) El concepto, que suele ser definido como unidad característica de lo que bajo él se halla comprendido, fue, en cambio, desde el principio, el producto del pensamiento dialéctico, en el que cada cosa sólo es lo que es en la medida en que se convierte en aquello que no es (p. 70).

Recuperar la dialéctica

Horkheimer y Adorno están criticando un "concepto de concepto", el de la "lógica de la identidad" o el concepto como aquello que uniforma, que subsume una pluralidad en una identidad. Y reivindican el concepto desde el pensamiento dialéctico, que implica un movimiento, y donde la identidad depende de la no identidad.

Vencer la "lógica de la identidad" les parece a ellos necesario para liberarse de la trampa en la que ha caído el positivismo: el sometimiento de la razón a los datos inmediatos. Quieren que en el dato inmediato se vea un momento del concepto, que lo que es remite a lo que no es. Esto tendría consecuencias políticas: la configuración social vigente no debe ser sólo retratada especularmente por la razón, sino que debe ser criticada como momento en su limitación, concreción histórica.

Sobra decir que esta "eliminación de lo no idéntico", que los autores quieren mostrar en la misma lógica de la razón moderna, también puede rastrearse en el antisemitismo, inventando incluso diferencias para justificar la persecución. Como en el caso del judío alemán. Para el judaísmo un judío es un hijo de madre judía. Pero los nazis inventaron otra definición, otro concepto de judío, para subsumir en él a más personas y estar más lejos de lo no idéntico. Dijeron que "judío" era todo aquel que tuviera algún abuelo judío, materno o paterno. Metiendo así a más gente en la noción de "judío", pudieron mantener lo "alemán" más lejos de lo diferente, recurriendo incluso al exterminio.

Arte y dialéctica

El pensamiento de la identidad, como hemos tratado de explicar, reproduce meramente lo dado, el dato inmediato. Según los autores, serían sólo las "auténticas obras de arte" las que escaparían a la reproducción de lo inmediato.

Una "lógica de la identidad" habría llevado a separar de manera tajante el arte y la ciencia, pero el efecto en la modernidad es que el arte tiende a ser sólo la replicación del dato (como en la peor versión de la ciencia) y la ciencia, a su vez, parece convertirse en una mera repetición de reglas (como en la peor versión del arte). Una película mediocre sólo retrata lo existente y los productos científicos parecen surgir por sí mismos del seguimiento de "métodos" y pasos, como de manera maquinal. De hecho, se considera que aplicando el aparato de pasos se garantiza la cientificidad. El precio sería el alejamiento de la verdad y también la dependencia de lo dado. La ciencia habría caído en un vulgar esteticismo y el arte en un vulgar cientificismo.

Así, los intentos por separar arte y ciencia acaban por hacer que se parezcan en su peor versión. Ahí se presenta otra vez lo trágico: el camino que se toma para evitar algo es el que conduce a que ese algo se dé. “El miedo al error ya es el error” (Hegel).

Es interesante que Adorno y Horkheimer citen a Schelling, el idealista alemán que intentó conciliar arte y ciencia, imagen y concepto, poesía y filosofía. Habría sido una excepción en el "mundo burgués".

Karl Marx sería el ejemplo de un filósofo que, en varias obras, por ejemplo, en "El Capital", que es la más sistemática, introdujo continuamente ejemplos, referencias literarias, incluso traducciones propias de poemas. Es una obra donde imagen y concepto están presentes. Para Horkheimer y Adorno, la misma filosofía se definiría como el intento de cerrar la brecha entre esas esferas:

El abismo que se abrió con esa separación [entre arte y ciencia] lo ha visto la filosofía en la relación entre intuición y concepto, y ha intentado una y otra vez, aunque en vano, cerrarlo: ella es definida justamente por ese intento. En verdad, la mayor parte de las veces se puso del cual toma su nombre (p. 72).

Explorar la otra opción, es decir, resolver la cesura del lado del arte, de la poesía, de la imagen o de la intuición, fue un intento de Schelling. Desterrar todo eso de la búsqueda de la verdad es lo propio del positivismo y la consecuencia es ese empobrecimiento tanto de la ciencia como del arte. Es otra vez el concepto no dialéctico, la eliminación de lo no idéntico, que viene a provocar la degradación de lo uno y de lo otro.

Bibliografía

Theodor Adorno y Max Horkheimer (2016). Dialéctica de la Ilustración. Madrid: Trotta

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